A veces pensamos que los niños y niñas son como la canción de Cindi Lauper: just wanna have fun. “No obedece»,“No hace caso»,»Hace lo que le da la gana»… creyendo que estos niños y niñas desobedientes son una especie de “libertinos” que se van a negar por sistema a todo lo que no sea jugar. Lo cierto es que ellos quieren pasárselo bien, pero también quieren aprender. Su cerebro esta predispuesto para analizar cada experiencia y sacar el aprendizaje necesario para sobrevivir. No olvidemos que hay algo en ellos y ellas que les impulsa al aprendizaje, a la evolución constante, a la imitación. Ellos son expertos en analizar a sus padres, madres y profesores y fijarse en todo aquello que no entienden o les parece ilógico. Las presiones, las obligaciones y los protocolos suelen parecerles tremendamente tediosos, y es ahí cuando comienzan las luchas y peleas diarias.
Te propongo hacer un experimento, es algo que a veces hago en las clases o sesiones. Estás preparad@? Piensa en una actividad que te guste mucho, algo que hagas simplemente por placer. Ahora te propondré una situación hipotética: imagina que te digo que tendrás que hacerlo cada día a una hora y que si lo haces bien te voy a pagar por ello. Eso sí, tienes que hacerlo cada día y a esa hora que yo te propongo, sin excepción ¿Crees que después de un tiempo disfrutarías cada vez más o menos esa actividad que antes te encantaba? Todos, me han dicho que les gustaría menos; y es que la obligación mata la motivación. Nada bueno conseguiremos a través de una obligación, sin embargo eso no quita que no utilicemos normas y límites.
La gente no suele tener problemas en aceptar los límites cuando los entiende y se siente reconocida. Por ejemplo, entendemos que tenemos que cumplir los horarios de trabajo, y si nos tratan bien y nos hacen sentir reconocidos y respetados los cumpliremos mucho mejor que si no nos sentimos bien en el trabajo.
En consulta los niños nos cuentan que los padres les “presionan” tanto que les quitan las ganas de hacer cosas.” Me da rabia hacerlo porque ellos me lo dicen” llegó a confesarme uno de ellos; aunque normalmente no es algo de lo que sean conscientes, esto tiene base científica, y es que no respondemos bien a las obligaciones: obligar a comer, obligar a dormir, obligar a estudiar… ¿cuando ha dado resultado? Puede que por sumisión aceptemos, pero, ¿estamos aprendiendo? Vale, ya se lo que estás pensando: “Entiendo que no hay que obligar, pero entonces, ¿qué hago? Lo primero, empieza por aprender a CONECTAR EMOCIONALMENTE. Es el primer paso que invita a los niños y niñas a colaborar.
Conectar emocionalmente predispone a un niño, adolescente o adulto a una conversación sin ego ni orgullo, ya que se siente entendido y conectado contigo, aceptado. Desde ahí, su cerebro está listo para prestar atención, podemos establecer un diálogo y otras herramientas para generar un aprendizaje. Veamos un ejemplo en referencia a la conexión que hemos visto en las clases de familia de la pasada semana:
–Nerea, recoge la habitación
(Nerea sigue jugando y hace caso omiso)
-Venga Nerea, recoge que nos vamos! (Desde la puerta)
-Mira mamá, mira que hice (mostrándole una torre de bloques)
La madre en circunstancias normales habría puesto el grito en el cielo y establecido, en poco tiempo, una vorágine de lloros, gritos y berrinches, empezando con algo así como:
– ¡¡¡Te estoy diciendo que recojas la habitación!!!
Pero hoy va intentar algo distinto:
– Woow qué bonito lo que has hecho!
– A que si mamá? Y no me ha llevado nada hacerlo.
– Ya veo cariño, me encanta!! Ahora es hora de irse pero en cuanto volvamos crees que después podrías enseñarme a mi a hacerlo antes de cenar?
– Siiiii, pero te lo enseño ahora…
– Mira (mientras se agacha y la mira directamente a los ojos) Si me lo enseñas ahora, se hará tarde y sabes que va a pasar?
– ¿Que llegaremos tarde a la actividad?
– ¿Y mamá a su trabajo, y que pasa con el jefe de mamá si llega tarde?
– Que se enfadará…
– Entonces, mejor lo hacemos luego, venga corre, ¡recoge tu esto y yo esto a ver quién es más rápida!
– ¡Vale!
Las personas cuando nos sentimos conectadas, tendemos a colaborar automáticamente con la otra persona. Cómo Nerea, que se vió envuelta en las atenciones y preguntas que le hizo su madre y comprendió que la aprobación, y el “juego” de su madre era más interesante y valioso que seguir con lo que estaba haciendo.
Algunos tips para conectar:
– Acercamiento visual: Procurar mirar a los ojos, amable y sinceramente.
– Contacto Físico: Una mano suave en el brazo o en la pierna será suficiente.
– Utilizar palabras que evoquen comprensión y cercanía: Entiendo que te sientas asi, a mí me pasaría lo mismo, siento que te hayas sentido así, debes de estar muy triste….
– Verbalizar las responsabilidades y las necesidades: Decir claramente que necesitas su ayuda y preguntarle cuando podría hacerlo. El hecho de solicitar ayuda o cumplimiento de responsabilidades es importante tanto o más como saber establecer pacientemente una oportunidad para que lo cumplan y unas consecuencias si no la aprovechan.
Conectar no lo soluciona todo pero es el primer paso para establecer una comunicación distinta, que abra paso a otras técnicas, además de enseñarles a nuestros hijos e hijas formas sanas de resolver conflictos. ¿Qué está aprendiendo Nerea en el ejemplo anterior? Que lo que ella está haciendo es importante, la valoramos, la tenemos en cuenta, es decir protegemos su autoestima. Qué pase lo que pase nos tenemos que ir, no vamos a ceder a seguir jugando, pero aprende a llegar ella a sus propias conclusiones del porqué, estableciendo relaciones de causa-efecto. Utiliza la memoria, trabaja su empatía, código ético, paciencia y autocontrol emocional. Además aprende a no ser autoritaria, a responder utilizando argumentos, no el chantaje, gracias a la referencia de su madre. Todo este aprendizaje en un solo diálogo. No está mal.
Y es que al final queremos que algún dia sean capaces de ser autónomos/as sin la necesidad de tenernos detrás de cada paso. Que sean fuertes para llevar las riendas de su propia vida, resistentes, luchadores/as… incluso felices. Pero para ello no solo deben hacer lo que se les manda. Deben aprender cómo moverse en un mundo donde todo cambia constantemente, sin que les afecte demasiado. Donde la idea de la felicidad es abstracta, dependiendo de la óptica desde la que elijas ver las cosas.
Sigues creyendo que sólo se trata de recoger la habitación?
Virginia Castro Crespo