Hoy en día me encuentro cada vez más familias preocupadas por el efecto de las pantallas y las tecnologías en sus hijos/as. Temen que la pasión se vuelva adicción, que afecte a su rendimimento y en el peor de los casos, que se vuelvan unos seres aislados sin habilidades sociales.
Lo cierto es que ya hay estudios que avalan que las pantallas tienen graves efectos en los niños y adolescentes, tanto que desaprueban cualquier tipo de pantalla antes de los 3 años, ya que esto puede interferir gravemente en el desarrollo de sus capacidades como el sueño, la creatividad, el autocontrol y otras capacidades de la inteligencia ejecutiva. Todo esto es debido a que las pantallas y los videojuegos son estímulos atractivos que nos aportan un beneficio muy rápido que estimula nuestro centro de recompensa cerebral.
A todo esto se suman el efecto “embobador” que los atractivos juegos de tablet y los videos de you tube causan al cerebro altamente influenciable y hambriento de novedades que tienen los niños y niñas, un efecto que hace que pierdan interés por otras tareas que no estimulan con tanta prontitud nuestro cerebro. No es un “like” tan instantáneo esperar a que te toque el turno jugando al monopoly, o esperar a que tus amigos bajen a jugar al parque. Mucho menos esperar a que el profe de ciencias naturales explique la fontosíntesis.
Este efecto “like” también afecta a los adultos. Somos víctimas de la aprobación de las redes sociales. Mendigando “likes” y seguidores que crean la sensación de llegar a miles de personas a través de una publicidad gratuita y con mucho menos esfuerzo que la tradicional. Además el efecto “like” también acaricia nuestro ego, ya que a más “likes”, más popular, más transcendente, más… ¿querido?
Pero no os toméis esto como una crítica. Nadie esta libre ya de este mundo tecnológico incluso las carcas como yo que nos empeñamos en seguir siendo analfabetas digitales, no somos inmunes de crear un perfil con el que tener la ilusión de estar haciéndolo bien. Y quizá sea así, quizá las redes sean un arma poderosa. Un arma que debemos aprender a utilizar para no hacernos daño en el proceso. Un arma que se abre paso entre las filas, para que después sigamos luchando en primera línea, cuerpo a cuerpo, ya que tarde o temprano hay que salir al mundo real. Y es ahí donde tienes que ganarte a la gente, es ahí donde necesitarás hacer acopio de todas tus habilidades y recursos, que solo la experiencia de vivir y tratar con las personas ha podido darte.
En cuanto a los niños y las niñas, ellos no saben esto, ¿como van a saberlo? Los/as peques solo quieren jugar y descubrir el mundo. Eso es lo que vienen a hacer, a APRENDER. Primero aprenden a moverse solos, después aprenden a comunicarse, a comer, a vestirse… y un montón de habilidades emocionales que le sirven para interactuar. Aprenden las nuevas tecnologías porque están en el mundo y forman parte de nuestro dia a dia, que eso no nos asuste. Es normal que sepan incluso mas que nosotros, son nacidos digitales.
Lo importante es: Cómo le enseño el resto de cosas de la vida? ¿Cómo gestiono los efectos negativos del “like”? ¿Cómo lo protego de los riesgos de internet? Contestar a estas preguntas es lo único que nos tiene que preocupar y con buenas respuestas:
Primero: El móvil no es tuyo. No entiendo porque se entregan móviles sin supervisión y ordenadores en las habitaciones. Los móviles son responsabilidad de un adulto a efectos de la ley, por lo tanto tendrá que haber algún mecanismo de gestión que no atente contra la intimidad, por supuesto. En mis clase de familia hablamos de una especie de contrato con cláusulas. Es bastante interesante y fácil de llevar a cabo, al mismo tiempo que respetuoso: El móvil es de los progenitores aunque lo utilice el hijo/a, por lo tanto la clave debe ser también de su conocimiento, y debe ser entregado ante el indicio de cualquier mal uso del mismo. También hay espacios o situaciones en las que el movil debe quedar inutilizado.
Segundo: Los horarios. Como ya dijimos, el efecto “like” es difícil de controlar. Causa una sensación placentera que invita a repetir, lo mismo ocurre con los videojuegos. Por lo que el control del tiempo es esencial para que no afecte a la realización del resto de tareas como las académicas, las extraescolares, las sociales y las familiares. Si, las sociales y las familiares también son importantes.
Tercero: Las pantallas no son nuestras enemigas. No emprendamos ahora una lucha a capa y espada contra ellas, recordad que lo que se prohíbe se vuelve más deseable. Jugar con ellos a lo que están jugando, interesarse por lo que hacen en el ordenador, o las fases que han completado es algo bueno que crea cercanía y aporta información. Además hay niños y niñas con un carácter más lógico y mental que adoran y ven colmados muchos de sus intereses a través de las pantallas, algo que el día de mañana se puede volver su profesión, asi que busquemos encauzar ese interés hacia algo productivo. Hoy en día hay un montón de ofertas de ocio educativo relacionadas con las tecnologías que estimulan también otras habilidades de cooperación, amistad, respeto, etc.
Cuarto: La educación digital es necesaria. Es un mundo complejo en el que todo significa algo pero que crea una ilusión de cercanía y confianza que es falsa. Debemos de educarnos primero nosotros y luego a los/as peques de lo que significa tener un perfil, dar cierta información de nuestra vida privada, poner ciertas fotos, o publicar historias que emitan información sobre nuestro estado emocional… y las consecuencias que eso puede tener en la vida real y en su entorno. Asi como las consecuencias legales del ciberacoso a compañeros. En resumen, las redes no es un universo paralelo, es la vida real amplificada y digitalizada.
En definitiva, los preadolescentes y los adolescentes no son diferentes en cuanto a objetivos, siguen buscando su identidad y la aceptación del grupo a través de los mecanismos existentes. Pero no podemos negar que la aparición de la tecnología ha dado lugar a una generación única, forjada por los “likes” y la rapidez de estímulos y debemos de asegurarnos que aprenden que la vida sigue siendo lenta en algunas cosas, que el sol y el aire libre aportan cosas que el encierro no puede dar, que a veces el dolor no se puede tapar con apps y que las personas siguen mirándose a los ojos para saber lo que verdaderamente sienten.
Virginia Castro Crespo