Últimamente me preguntan mucho por la alta sensibilidad, quizá por la creciente oleada del concepto en los últimos años. Me preguntan si realmente es algo real, si es algo preocupante o si quizá sea otro concepto más a añadir a nuestro gran diccionario de sobrediagnóstico infantil. Y es que hoy en día hay tanta información que cualquiera se pierde. Lógico. Más aún teniendo en cuenta que demasiada gente da su opinión basándose en un gran vestigio de información regurgitada de algún artículo o de algún caso de alguien que conoce a alguien y que hizo nosequé.
Antes de nada, deciros que quien conoce bien el concepto de sensibilidad no puede ignorar la existencia de este rasgo de la personalidad. Y digo rasgo, porque jamás debe confundirse con un trastorno o patología. Y quien conoce bien lo que significa sentir demasiado tampoco puede negar que hay personas que sienten con mucha intensidad y que esas personas ven y viven de manera totalmente diferente al resto, viven y sienten de una forma que no es pasajera, sino duradera, a lo largo de su vida.
Asi que sí, la alta sensibilidad existe, aunque quizá no exactamente de la forma en la que nos la están vendiendo, ya que mucha gente habla de ello y se tiende a añadir cierto misticismo, aliteración y mezcladillo mediático, como con todo lo que es nuevo.
Se trata de personas altamente sensibles (PAS) aquellas que tienen un alto nivel de consciencia y empatía y una gran facilidad para percibir los detalles, llegando a saturarse a veces por sobreestimulación. Muchos padres y madres se preguntan si su hijo o hija es altamente sensible, o si tiene alta capacidad, o si simplemente es introvertido/a… ya que notan el típico “algo tiene”. Es normal tener estas dudas ya que la alta sensibilidad es un rasgo común de la alta capacidad (aunque no en su totalidad) y la introversión es mayoritaria en niños sensibles. (aunque no en su totalidad).
Por si os aclara vuestras dudas, aquí os dejo unos rasgos típicos de niñ@s con alta sensibilidad:
– Extrema sensibilidad al tacto, olor y gusto: Suelen quejarse del tacto de la ropa (pica), del olor al llegar a un sitio o coge manía a la textura de ciertos alimentos de forma inexplicable.
– Sensibilidad a ruidos fuertes o multitudes: Momentos de agobio en fiestas (pasa de la sobreactivación a la hipoactivación en un momento) o en sitios con demasiada gente en los alrededores. Tiende a “anonadarse” en estas situaciones o dispersarse con el bullicio.
– Desde muy pequeños/as perciben cómo se sienten los adultos: Empatizan con ellos, los consuelan, pareciera que los entienden aún a su corta edad.
– Llevan mal la crítica: Son propensos a sentirse mal, juzgados o dolidos si se les señala algún comportamiento. Gestionan mal estos sentimientos.
– Sufren mucho los enfrentamientos o las pérdidas: Materiales, animales o de amistad… Pueden llorar mucho por un enfado con un amiguito.
– Disfrutan de su soledad: Sólo el 30% de los niños altamente sensibles son extrovertidos, pero aún asi, disfrutarán de sus momentos en soledad, jugando en su habitación, leyendo o reflexionando.
– Rabietas Épicas: Producto de su intensidad emocional, si no se sienten entendidos ni validados su rabia no se calmará fácilmente
– A la mayoría les cuesta moverse en la competitividad, ya que les duele mucho el fracaso.
– El umbral del dolor en estos niños sueles ser bajo.
– Sienten intensamente lo que ven en series, películas o dibujos: Se identifican con los personajes y sienten de forma muy vívida sus emociones. Esto es típico de niños en etapa simbólica, pero en caso de niños con alta sensibilidad esto se alarga a etapas superiores.
Se ha demostrado que las PAS tienen un componente genético y hereditario y que su hipotálamo y el grosor de la corteza es diferente.
No, no es peor ni mejor ser altamente sensible. Simplemente es diferente, es una manera de procesar la información de una forma más profunda, intensa.
Piénsalo, como serias si sintieras mucho e intensamente todo lo que te rodea? Seguramente captarías las miradas, los suspiros, las dudas de las personas…y también las alegrías, las satisfacciones. Seguramente serías capaz de procesar las posibles consecuencias de cada aspecto y eso te llevaría a dudar y reflexionar más cada decisión de tu vida…
Pero por otro lado, sufrirías más cada fracaso, lo sentirías como un duro golpe en tu autoestima y te haría darle vueltas y más vueltas, imaginando nuevas formas de hacerle frente. Sufrirías más cada decepción y traición de las personas, por lo que tenderías a replegarte, a no dejarte tocar el corazón. Aunque cuando te tocase sufrir, lo harías, bien alto y fuerte, casi como algo poético.
Y es que ser sensible no es ser débil, no es ser vulnerable, ni un llorón. Es sentir todo el doble y aún así procesarlo y comprenderlo, seguir girando la rueda de tu bicicleta para adelante, aceptando que tu forma de ver la vida no siempre es entendida por los demás, pero que puede ayudar a otros.
Asi que, si sólo pudiera dejarte una cosa a través de esta reflexión, preferiría que fuese que no vieras la alta sensibilidad como un problema, o un sinónimo de personas lloronas o débiles. Tampoco de personas especiales, ya que hay mil motivos por las que las personas son especiales, cada una a su modo. Si no como un rasgo que nos enseña a pararnos un momento, a observar de nuevo la intensidad de las cosas, la locura de las relaciones humanas, el valor de la ética y la eterna necesidad del ser humano de ser comprendido y amado.
Virginia Castro Crespo